: El dolor que no se va


Nombre*:Jennifer Romero
Género*:Femenino
Título*:El dolor que no se va
:Por más que mi mente trataba de aislar aquellas palabras tan dolorosas que carcomían mi alma, más triste y pensativa me ponía, no encontraba la manera de que el dolor se quedará en la penumbra, se alejará de mí. Días antes mis compañeritos me habían lastimado con sus punzantes comentarios y quedándome sólo el aprecio de un amigo, me sentía aliviada; pero este último a resolución de la indiferencia que cometían también con él se había alejado de mí.

En ese momento pensé que era transitorio pero me equivoque, las huellas que deja la palabra, impresas en la actitud de la gente hacia que mi soledad comenzara a angustiarme, ¿qué haría si ya nadie me quería?, una y otra vez esta frase no salía de mi cabeza, se sentía como el leve gotear de una llave mal cerrada.

No entendía por qué la gente me trataba así, lo único que había hecho durante toda mi vida era ser una niña callada, reservada, dispuesta a dar lo mejor de mí, pero nadie lo veía, nadie lo valoraba y antes con suma crueldad me juzgaban y yo incapaz de defenderme contra sus actos mordaces, tome una decisión sin importar las consecuencias que esto traería para los demás.


La tome por mí, ahora sólo mis deseos importarían y cogiendo lo primero que encontré al llegar a casa, tome rumbo hacia un lugar donde todo fuera distinto, donde me sentiría bien con todo lo que me rodeara, y así dispuesta a terminar con lo que no sabía muy bien como había comenzado, encontré un lago, mirando el reflejo de mi ser, me di cuenta que no valía la pena vivir sin amigos, sin alguien que te quiera; pero la voz de una mujer me saco de mis cavilaciones, ¿cómo se atrevía a cuestionar mi decisión una persona que ni conocía?, pero quedando aun rastros de aquella niña obediente, la observe repitiendo para sí que ella sería la culpable de que yo no recordara los momentos bonitos de mi vida.

Analizándola vorazmente, en ese instante me di cuenta que era esa yo del futuro, que aunque me veía un poco maltrecha por el tiempo, conservaba en su mirada la calma y felicidad que estuve buscando por tanto tiempo y me dijo:
-No te preocupes mi niña que aunque no veas la salida siempre la hay y desapareció.

En ese instante comprendí que no valía la pena ponerme así por personas que no les interesas y que ellos no pueden querer a otros porque no se quieren a sí mismos, que ningún ser humano merece ser tratado con desprecio aunque su presencia sea triste y austera, porque la esencia es lo que más importa en un ser humano. Todo eso paso por mi mente y recordé que me amaban ¿quiénes? pues mis padres, mis mascotas y ante todo me amaba yo y no quería terminar siendo gobernada por los malos deseos que aguardaban para darme la estocada final.

No quería sucumbir de esa manera y ser recordada como la niña que le tenían compasión, quería luchar, quería vivir, quería ser lo que yo quisiera ser, porque yo ya era alguien y siempre lo fui, quería para mí la felicidad y solo lo lograría identificando mis virtudes.

Sería feliz.



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1 comentario:

  1. Hermoso!
    a medida que lo iba leyendo me imaginaba la voz de la conciencia y es como digo:el gran torturador del hombre es su propia conciencia.

    Muchas veces las personas "dicen" cosas que son sólo eso:dichos.. no son sus sentimientos verdaderos.
    La vida, la sapiencia, la inteligencia emocional siempre te ayudan a identificarlos y así poder diferenciarlos para poder entender, comprender y después perdonar las palabras y frases dolorosas y ofensivas que alguna vez pudieron habernos hecho daño.

    La felicidad empieza por uno y si uno no es feliz no está en condiciones para poder compartir nada con nadie.

    El dolor siempre se va cuando el amor existe, es real y verdadero.
    Porque el amor es prudente, disculpa, dispensa y ama nuevamente hasta la eternidad.

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