: Todos somos iguales


Nombre*:Roberto Tinajero Corona
Género*:Microrrelato
Título*:Todos somos iguales
Cuento:
Ahora sí todos somos iguales

Se despertó con la noticia de que a partir de ese día todos serían iguales, que ya no habría más "rico y pobre"; a la de ya, a partir de ese momento, desde esa mañana, todos, absolutamente todos serían iguales. Con la vista aun borrosa por las lagañas se asomó por la ventana y se sintió inmensamente feliz. Al menos por un momento.

Antes de que el sol se asomara en el horizonte, con el cielo aún oscuro, la puerta de su habitación volvió a abrirse. Su cuñado, que había sido jornalero del campo en Oaxaca, y que ahora trabajaba en el mercado de abastos de la ciudad, entró a despedirse, tenía que llegar al mercado. "Cuñado ya la hicimos, ahora sí nos van a pagar lo justo, ya no nos van a explotar; el patrón me va a tener que pagar por lo que trabaje y el pinche sindicato de cargadores se va a la chingada". Salió gustoso como nunca rumbo a su trabajo. Después de oír a su cuñado se llevó las manos al rostro y se frotó los ojos para quitarse las lagañas. "Todos iguales" pensó mientras sentía el sabor agrió que tiene la lengua en la mañana.

Mientras se rascaba entre las piernas, parado frente a la ventana, la puerta volvió a abrirse y su hermana entró, también eufórica. "¿Ya te dio Froilán la noticia?" Asintió con la cabeza, en silencio. "¿Te imaginas?" dijo su hermana sonriente "Ahora mi hijo va a ir al colegio Anglo Ruso, va a aprender francés, ahí no hay paros, ni los maestros se salen a marchas y plantones, ni cobran sin trabajar, ni dicen aiga, ahí si tienen más de tres horas de clases, que alegría, ahora sí mi hijo será alguien igual, igual a todos". Salió aprisa, sonriendo aún más.


Un par de minutos después la puerta volvió a abrirse, justo cuando se sacaba los primeros mocos del día que no acababa de clarear. "Hermano, me voy a la fábrica, quiero ve la cara que ponen los cabrones que nomás cobran sin ensuciarse las manos, dizque porque andan en comisiones del sindicato, pendejos, tienen tres años sin pararse entre la grasa de las máquinas, ahora sí los quiero ver chambear, y yo, yo voy a ganar más por las 11 horas de trabajo, estoy acostumbrado a chingarle, lástima por ellos, no saben ni agarrar una escoba" "Hermano, yo sabía que un día nos iba a ir bien, eso pensé cuando nos trajiste a todos del pueblo, gracias". Cerró la puerta con cuidado y siguió sonriendo por el pasillo mientras se alejaba del cuarto de su hermano.

Hizo bolita el último moco y lo lanzó por la venta. "Puta madre" pensó mientras se sentaba en la orilla de la cama. "¿Cómo voy a repartir los lotes en la colonia a tanta pinche gente, yo me pensaba quedar con seis? ¿Y qué le voy a decir al chofer del micro? el cabrón va a querer que yo le chingue un turno, nomás porque es mío. No, no mamen, y los cabrones del tianguis, nomás me falta que me vayan a salir con que ya no dan la cuota por el piso, bola de jodidos". Se rascó el pelo grasiento y dijo en voz alta "todos iguales, no mamen". Se recostó sobre la cama, jaló la cobija y se hizo bolita. "Pinche sueño culero, mejor hubiera tenido una puta pesadilla con Elba Esther".


Powered by EmailMeForm



No hay comentarios.:

Publicar un comentario