: LA PRINCESA DE LAS ROSAS Y EL PRÍNCIPE DE CRISTAL

Nombre*:TATIANA JOSEFINA MARTÍNEZ VÁSQUEZ
Género*:Romántico
Título*:LA PRINCESA DE LAS ROSAS Y EL PRÍNCIPE DE CRISTAL
Cuento:
Érase una vez una hermosa Princesa, cariñosa, dulce, sutil, educada, pero sobre todo, soñadora.
Al cumplir los veintiún años decidió irse a vivir a una pequeña ciudad, más que ciudad, era un pueblo grande en vías de desarrollo, era un lugar cálido rodeado de algunos cerros y montañas. Lo que jamás imaginaría la Princesa era que allí conocería a un ser muy especial, un Príncipe de ensueño…
En esa ciudad vivía un Príncipe que comandaba el Ejército de un poderoso Rey, era alto, fuerte, inteligente y al igual que la Princesa era soñador y muy romántico…
Una mañana la Princesa solicitó a su padre permiso para conocer el Fuerte del poderoso Rey, su padre consintió dicha petición y envió a una comisión para que la acompañaran a solicitar autorización para conocer el lugar.
Al llegar al Fuerte la Princesa estaba muy emocionada, ya que en dicho Fuerte además de soldados, tanques y armas, había un hermoso y pequeño lago, decorado naturalmente por garzas, gonzalitos, patos y pequeñas tortugas que se lanzaban al agua al ver a los humanos.
Iba tan, pero tan distraída que tropezó con un caballero de la Guardia Real, la princesa trastabilló y por poco se cayó, pero el caballero no lo permitió y en sus brazos la estrechó.
-¡Disculpe señor soldado!- exclamó la Princesa. Pero en realidad no era un soldado, era un Príncipe, el hijo del Rey de ese condado.
Ella levantó su hermoso rostro y pudo observar al Príncipe, cuya mirada estaba posada sobre ella… ella le ofreció una dulce sonrisa y él se inclinó para saludarla y presentarse, tomó su mano y la besó suavemente.
El Príncipe se ofreció a llevarla a conocer el lugar, allí le mostró los lugares más hermosos de aquella Fortaleza Militar. Al llegar la tarde el Príncipe decidió presentarle a su padre.
El Rey estaba firmando varios documentos cuando llegó su hijo con la Princesa, se conocieron y entablaron una plática agradable. Tomaron un poco de té y la Princesa se retiró hacia su casa.
Pasaron los días y el Príncipe comenzó a frecuentar la casa de la Princesa, su amistad iba creciendo día a día, cada vez que la visitaba le llevaba rosas rojas, tan hermosas y tan perfumadas, que ella hundía su hermoso rostro entre el ramo. Sus ojitos brillaban ante la presencia de aquel apuesto Príncipe sin pensar que la dulce historia de amor duraría poco.
Del pasado sentimental del Príncipe regresó una Princesa impetuosa, hermosa, pero posesiva, la cual no se resignaba a perder al apuesto Príncipe.
Al descubrir aquel floreciente romance enfureció y conjuró ante la luna un hechizo: al salir la luna llena, el Príncipe y la Princesa adoptarían la forma del elemento que tuvieran en sus manos…
Y en la siguiente luna llena el Príncipe fue a visitar a su Princesa y como ya era costumbre le llevaba rosas, ella lo recibió con su infinito amor y él la besó tiernamente por primera vez. Sus corazones latían aceleradamente, estaban enamorados.
El Príncipe le pidió un poco de agua y ella la trajo en una hermosa copa de cristal, ella en sus manos tenía una rosa suave, fresca, exquisita y perfumada. Nuevamente el Príncipe se acercó y con sus brazos la rodeó, la luna salió y con su luz los cubrió. El hechizo su efecto surtió y lamentablemente en rosa y cristal la pareja se transformó.
Ella es ahora una rosa y él una estatua de cristal, la rosa no se marchita y la estatua parece lágrimas derramar. El hechizo se cumplió y la caprichosa Princesa con la suya se salió, ya no podrán estar juntos, aunque sus almas vagan por el infinito, se encuentran y se abrazan, pero al caer la noche en rosa y cristal vuelven a convertirse…


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