: Frente al arco

Nombre*:Mario Cesar Lamique
Web Site (Opcional):https://www.facebook.com/Barriletelibro
Género*:Fantástio
Título*:Frente al arco
Cuento:
Un golpe fuerte, seco como un mazazo en medio de la cabeza, se sintió confundido, conmocionado, tardó en darse cuenta del choque que había tenido, no supo contra quien pero era seguro que lo cabecearon como si el fuera la pelota. Al mirar para adelante mientras se agarra fuerte con una mano el lugar que más le duele, vio como picaba-rebotaba la pelota, así sentía su cerebro, picando y rebotando, picando y rebotando, picando... El tener un claro panorama de las circunstancias nunca fue su habilidad más destacada, será por eso que no tenía idea de lo que estaba pasando. No estaba mareado, pero veía las cosas fuera de foco, levantó la mirada y la hinchada detrás del arco gritaba desencajada, bajó un poca la mirada y vio el arco delante de la hinchada, el arco estaba sólo, vacío, "pero al menos no le duele nada" dijo sonriéndose. La pelota, picando y rebotando mientras el terrible dolor de cuello no le dejaba mirar hacia atrás, adelante el arco sólo y vacío, picar, rebotar, dolor, soledad y vacío... no poder mirar hacia atrás. Tenía una certeza, cosa que no le había pasado nunca antes, sabía que se esperaba algo de él, sabía que el arco no se movería y que la pelota no decidiría su propio destino, sabía que su pierna derecha era juez y parte. Como siempre ha de suceder, cuando una certeza irrumpe habilita en velocidad a varias preguntas, una de ellas: ¿Qué estoy haciendo?, ¿Estoy atacando o defendiendo?, se interrogaba y subía y bajaba la cabeza al ritmo de la pelota. Otra
pregunta que en realidad era la misma: ¿Tengo que hacer el gol o evitarlo? Una de las posibilidades era que siguiera en sus cavilaciones y dolores esperando que alguien le sacara la pelota, esto podría servir si era delantero, pero si su función era defender el arco, le valdría un gol en contra, la desechó enseguida porque no quería que otro tome una decisión que era suya sin duda alguna, le tocaba a él empujar al gol esa pelota o bien, tirarla lo más lejos que sus fuerzas le permitan. Daba por sentado que si convertía contra su propio arco sería un error muy difícil de remontar y que si la tiraba por arriba y no era eso lo que se esperaba por parte de su hinchada, se lo insultaría, los relatores dirían (al unísono) que era más fácil hacerlo que errarlo y a la semana todo quedaría olvidado. El olvido, los golpes en la cabeza y la pelota picando y rebotando, todo esto lo abrumaba. El dolor cada vez más punzante y la decisión más cercana, se paró lo más firme que pudo, seguía sin recordar si estaba en el área suya o en la del rival, no le importó demasiado, pateó de su cabeza las certezas y fuerte, muy fuerte, casi exageradamente fuerte, también pateó la pelota que infló la red.

Dijeron al unísono los relatores.

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