Publica Tu Cuento: El gato

Nombre*:Esteban Ramirez
Web Site (Opcional):https://www.instagram.com/el_ahogado_en_los_cuentos/
Género*:Fantástio
Título*:El gato
Cuento*:Un gato de tres patas se estira en la almohada, saca el rabo por un lado y camina cojeando.

Buenos días Fiódor, ¿Has dormido bien?, pregunta la niña sonriendo. Qué va, responde en un bostezo, las muñecas no me han dejado descansar ni un poco.

Estira las dos patas delanteras y hace un arco entre la espalda y la cola rota.

Debes tener paciencia, dice la niña mientras le acaricia el lomo, pronto será su recital y necesitan practicar para que todo salga perfecto.

El gato con los bigotes elegantes mirando al cielo se sienta en la ventana, ve las nubes de algodón, dos pajaritos juguetones cantando —Turip, turip, turip— y al abuelo leyendo solo.

Tiene el pelo oscuro como un árbol cuando se hace de noche, la cola en forma de L mayúscula le acostumbró a dar maullidos antes de pasar por cualquier puerta, tiene las patas amarillas de tanto bailar bambucos y sus ojos pispiretos recuerdan la forma de las empanadas de pollo.

¿Cuándo vas a hacerme compañía?, pregunta el gato sin dejar de ver por la ventana. Una nube de color limón se hace responsable de entregar descanso a los vecinos que juegan frente al palo de mango.

Debes ser paciente, amigo gato, sigo alistando los vestidos de las muñecas. Ella toma un trocito de papel periódico con colores rojos y amarillos brillantes, le pone cinta, pegamento, crayones y amor por montones.

El gato mira de reojo las manitas de la niña, debes tener cuidado, dice, las tijeras son de los adultos, se relame el hocico, justo en la mancha rosada que adorna su nariz de gato

Mi papá, empieza ella, me ha enseñado a usar sus herramientas, quiero aprender ya, amigo gato, para hacerme vestidos de guayaba, de panela, de pasto seco y modelar por todo el barrio mi ropa de verano.

Pone un botoncito medio roto, medio ajado que decora el vestido de la muñeca coja. No me gusta esa muñeca, dice el gato, me causa mala espina que sonría sin una pierna.

Amigo gato, dice con dulzura, la muñeca no tiene la culpa de ser tan especial como tú lo eres. Para mí, ella es un pedacito mío y tuyo juntado en las camisas viejas de papá.

El gato cierra los ojos, quiere sentir los sonidos del palo de mango, hace calor y el tropel de hojas que van cayendo crean una orquesta. Se acuesta sobre las patas delanteras y enrolla a medias el rabo en el espacio vacío de su pierna.

La niña toma con cuidado un trozo de papel que ha guardado para no ser visto, le pone colores carbón y en la punta del extremo más delgado ha dejado la palabra Gato con su pulso de maestra costurera.

El abuelo se ha levantado y ha dejado con su movimiento la silla péndula. No abre los ojos, ya conoce el orden de sonidos, primero el crepitar de piedritas bajo las patas de la silla, el ruido del hielo contra el vidrio y el agua cascada.

Siente su mano primero, le acaricia el lomo de gato viejo, le pone un beso baboso en la oreja izquierda, por la derecha no oye casi nada. No abre los ojos, el gato recuerda muchos años antes de su nacimiento.

Lo asusta el sonido del papel arrugado, después sentir algo tirando de su pelo y la mano que ha apartado su cola en L. No me toques ahí, ya te he dicho lo feo que se siente cuando te buscan algo que ya no existe, una parte de ti.

El gato mira el espacio vacío, una pata de papel enrollado hace presencia en la sombra de una pasada existencia. La pierna es tiesa y no muy cómoda, le ha dejado en silencio. Amigo gato, dice ella, ya puedes bailar con las muñecas.

Bacatá, 23´

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