Publica Tu Cuento: La Isla de los Crisantemos


Nombre*:Vanessa Sosa
Web Site (Opcional):sosa.Children.Of.The.Elder.God@gmail.com
Género*:Fantástio
Título*:La Isla de los Crisantemos
Cuento*:
La inquietud desolada desuella la veintena de lámparas de carne de crisantemos, nada más anunciada nuestra llamarada; la usada isla endemonia al candil del candelabro que disputa el principal arropo de las hazañas. Como si de valientes vívidas, perdura la torrencial potencia; el sillón en el que reposamos nada más arribar, perpetua nuestro decoroso socorro.

La figura de la reina, que es emperatriz nocturna, no escapa al aroma a chocolate que tiene el excremento de los elefantes. Extraen los aromas más consagrados; entre fantasmas de sonrosados desvanes cencías. El principal parte en la barca; el océano se abre paso para su instrumento de viaje; y aunque embasura las intenciones; decora con pinturas sus carencias.

Los crisantemos ascienden a los cielos de tafetán; se dice que allí la venganza de las ranas es más dulce. Las ranas que anuncian la siembra de una relación rota entre dos familias. Porque ahí se sirve café como salvavidas, con toque de láctea dulzura.

Llueve en las rampas crepusculares; raíces que brotan y burlan el cordel de ansiedad; depresión por un futuro incierto. Si se conoce que no claman los relojes la hora destinada, en un tiempo que transita en espiral; teme que las esmeraldas bosquejen sus ausencias; de sal marina.

En el hoy tiendo a sus delicias; entre musa de araña; cordialidad; carencia de espacios rebeldes. Se asoma el sabor a esperanza; completada en la virtud de viruelas de oscurantina luminaria que pigmenta la lluvia.

Da lo que hay que dar, me dicen, la capital de una trampa inevitable. Sólo el tiempo carece de serpentinas tus estelas. Basta delinear un suspirón el arma de los regueros de trovadores.

Tocadas leyendas, regentes en la amplitud de dientes de leche que se han manchado del opio de mis mejillas. El aroma denuncia la fortaleza a ralladura de rayados ritos.

Pese a que los escucho con atención y sapiencia; apego sus cuerpos apagados junto a los catorceavos míos, desde el principio del fin, como si lo hicieran sus azulejos. Los crisantemos apelmazan nuestros cabellos, en el porqué de las cosas amamantadas por sus cosenos de guardias y volátiles; sociedades; amenazas de futuros impíos en imperios que sostienen la regencia de un anuncio real: los árboles se quedan de pie.

Que así sea.

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